martes, 19 de julio de 2011

Yuyachkani y nuestra memoria colectiva en la obra Sin Título.




No forman el verdadero Perú las agrupaciones de criollos y extranjeros que habitan la faja de tierra situada entre el Pacífico y los Andes; la nación está formada por las muchedumbres de indios diseminadas en la banda oriental de la cordillera
Manuel Gonzáles Prada


Yuyachkani y nuestra memoria colectiva en la obra Sin Título.

Sin Título
El sábado fui con mi hermana y una pareja de amigos al Teatro de Yuyachkani, en la calle Tacna, Magdalena.  Cómo me gustaría comprar una casona como aquella y restaurarla.  Deben quedar aún muchas en los lugares más insospechados.  Si saben de alguna, me avisan.

La obra me encantó, pero me dejó pensando mucho sobre lo equivocada que es la memoria colectiva que algunos sectores de lo peruano están formando.  Empecemos por lo que me encantó.  En primer lugar, me gustó por el contenido, porque el énfasis en la memoria colectiva de los episodios traumáticos de nuestra historia y su efecto en los menos favorecidos es correcto.  En segundo lugar, porque establece la necesidad de que esos capítulos terribles de la historia no sean olvidados.  En tercer lugar, porque el tratamiento estético es muy bueno.  La escenificación se ha organizado de tal forma que los espectadores ingresamos a una especie de “Museo Instalación”,  donde los objetos rodean las paredes como si fueran parte de una exposición sobre el Perú, y donde los actores se trasladan y actúan sobre tabladillos móviles que el público rodea, de pie, como si se tratara de una feria popular.

La obra es una escenificación de episodios de nuestra historia que van desde la Guerra con Chile hasta las esterilizaciones masivas, y en cada episodio aparece un personaje olvidado, desde un soldado indio de la resistencia de Cáceres o una chorrillana convertida en viuda tras la batalla de San Juan de Miraflores hasta una chola vestida de rojo protestando por la pérdida de su fecundidad.  También irrumpen personajes que han marcado la historia, como Abimael Guzmán o Vladimiro Montesinos, magníficamente escenificados en sus momentos cumbre.  Guzmán da vivas y vítores y baila la danza de Zorba el Griego sobre un tabladillo de vidrio, montado encima de un Cristo que duerme, idéntico a las imágenes de los Cristos en los templos andinos.  Montesinos aparece sobre un tabladillo junto con Fujimori en una danza de apuñaladores dedos con los que señalan, amenazantes, a enemigos anónimos de entre el público.

Los momentos más emotivos para mí fueron tres.  El primero, fueron los discursos de queja de las víctimas de la Guerra con Chile.  De pie, cada personaje le dicta sus desgracias a un notario, quien tipea pacientemente en su máquina de escribir.  Cuando le toca a la india y empieza a hablar en quechua, me invadió un sentimiento de culpa.  Por qué no hablo quechua, si un tercio de mis compatriotas lo habla como lengua materna?  Qué contradicción divisiva, pensé.  Es algo que debería cambiar.  El segundo fue la rifa del Perú, una escenificación donde bailan un Fujimori en patines, un Nicolás de Bari Hermoza en zancos y el brazo alargado e izado en un permanente saludo militar, un Montesinos de calva brillante (todos los actores llevan máscaras brillantes y moldeadas al estilo de las fiestas populares) y dos tinterillos enanos que podrían ser congresistas, jueces de paz, autoridades regionales, vaya uno a saber.  Dentro de ese episodio hay un momento cumbre cuando, con la música de Chino-Chino-Chino, luego Hola Yola y, finalmente, Trampolín a la fama Ferrando, uno de los tinterillos abre un tablero de Monopolio y de él empieza a sacar billetes que se elevan hasta el techo del escenario.  No puedo imaginar mejor metáfora del alegre juego corrupto de quienes ejercitan el poder como si actuaran en un circo, trabajando sólo para beneficio propio y, encima, encontrándolo entretenido.  El tercer momento fue el de la india y la asháninka vestidas con trajes sobre los cuales estaban descritos con tinta roja todos los detalles sórdidos de las 300,000 esterilizaciones masivas. 

Hubieron muchos episodios más, algunos más religiosos, otros más antropológicos, pero fueron los episodios políticos los que más me impresionaron.  Las palabras de Salomón Lerner sobre los más de 65,000 muertos durante la violencia de los últimos 25 años me sacudieron el alma.  Dos tragedias como la guerra con Chile y la “guerra interna” que sufrimos fueron explicadas por los mismos factores: la pequeñez y egoísmo de nuestros líderes, la disociación entre nuestros pueblos, el aislamiento de los menos favorecidos y la cultura del olvido y el abuso.  Si entre 1879 y 1883 fueron los chilenos los que nos masacraron, entre 1980 y el 2000 fuimos nosotros mismos los que nos masacramos.

Negando a Gonzáles Prada
Pero de la obra me queda un sabor bien amargo.  No dejo de pensar que igual es una obra tendenciosa y que no le hace bien a la memoria colectiva del Perú resucitar sólo algunos pedazos de su historia y no otros igual de venenosos sólo porque no caben en nuestro caudal ideológico.  El énfasis en Montesinos y Fujimori, así como la representación light de Abimael y, por último, las frases de divisivas de González Prada me dejaron pensando en que Sin Título es una obra desfasada y, en el fondo, tendenciosa.  Para empezar, la frase de González Prada ya no aplica.  Reconozco que parte del problema en el Perú es la falta de reconocimiento de ese otro lado, del Perú indio y del sur, del Perú amazónico.  Pero ellos no son el único Perú y no deberíamos tomar a aquel Perú como ejemplo o como guía.  García declaró hace poco que en estas elecciones quien había ganado y elegido era Puno.  Es cierto, pero fue por la división del centro que finalmente se dio que quienes eligieran fuesen los extremos y los olvidados, y no las mayorías. 

Pero, por más que ellos merezcan su lugar en la memoria por las atrocidades y los abusos que han sufrido y por la tremenda deuda que les tenemos como nación por haberlos relegado, el Perú no es Indio ni Asháninka.  Y yo no soy un criollo apátrida o un extranjero que puebla la margen occidental de la cordillera y que no es considerado peruano.  Hoy el Perú es, más que nunca, un país COSTERO, ya que la mayor parte de su población ahora vive en la costa y en sus ciudades, y ello va en oposición directa a la equivocada y desfasada frase de González Prada.  Puedo entender que la hayan empleado para generar un shock en la audiencia del teatro, compuesta en su mayoría por limeños criollos, pero no puedo dejar de pensar que Sin Título, en escena desde el 2009, ha sido un eje que contribuyó a generar líneas de pensamientos como las que encontré en Internet junto con esa misma frase de González Prada, y que sólo generan nostalgia, división y resentimiento.  Sí, protejamos a las minorías, pero no nos olvidemos de que el Perú es un país cambiado, con una nueva demografía, y esa demografía no es india, sino chicha.  No es serrana, sino costeña.  No es rural, sino es urbana, de conos de expansión que se expanden desde los centros de las ciudades.  Somos cada vez más una fusión propia entre lo originario y lo occidental.  Por eso, basta de frases como la de González Prada, y otras como las que encontré, desfasadas y tendenciosas, dañinas, y que copio:

Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad (…) al socialismo indo-americano -Yo he dicho ya que he llegado al entendimiento y a la valorización justa de lo indígena por la vía del socialismo José Carlos Mariátegui

La cuestión fundamental de la lucha antimperialista en Indoamérica es la cuestión del poder. Son las clases oprimidas por el imperialismo y los terratenientes las que deben apoderarse del poder: las clases medias, los campesinos y la clase obrera.  Haya de la Torre

El Perú es un pueblo de indios. El Perú es el Inkario, cuatrocientos años después de la conquista española. Dos tercios de su población pertenecen a las razas regnícolas; siguen hablando los idiomas vernaculares. Para esos cuatro millones de peruanos sigue siendo el Hombre Blanco un usurpador, un opresor, un ente extraño y extravagante.  Luis E Valcárcel

Lo andino es el cimiento y la base de la historia peruana. Eso es indiscutible. Posteriormente vienen a extenderse, a agregarse, las otras influencias que vienen con la Conquista. Pero el cimiento es andino y amazónico, no es criollo. Existe un Perú criollo, pero es uno de los elementos. No debe ser el predominante… La sociedad moderna peruana es todavía excluyente. Es criolla a expensas de los otros elementos  Eliane Karp

El antiimperialismo / El socialismo andino / El republicanismo político / El latinoamericanismo militante / y El nacionalismo civilizatorio, emancipatorio e integrador. -Critica al Estado Criollo que desde 1821 excluye a la mayoría social de predominante raigambre andina . -El Estado Pluralista y Descentralista implica también la necesidad de realizar un acto de justa reparación histórica frente a nuestros pueblos indígenas y mestizo . Ollanta Humala

Pues a todas aquellas frases yo respondo:  sí, el indio compone una parte fundamental de la nacionalidad peruana; sí, la memoria del abuso contra los oprimidos, particularmente la del blanco contra el resto, debe persistir; sí, el Perú ha sido y continúa siendo una nación excluyente.

Pero también respondo: ahí para la mano.  No me van a hacer sentir mal por ser parte del Perú criollo.  Ser consciente del pasado no implica aceptar el racismo reverso del Etnocacerismo de Adolfo Hitler Humala Papá o de Antauro Humala, asesino y terrorista.  No porque reconozca que el Perú ha sido un país dividido voy a reconocer que la torta debe voltear de dirección por un camino igual de dividido y equivocado.  El Perú hoy es más limeño que huancavelicano por la sencilla razón de que mucha más gente vive en Lima que en Huancavelica.  Y por ello es que no debemos sentirnos avergonzados de ser limeños y criollos y costeños.  Yo estoy orgulloso de ser limeño y de ser criollo y de ser costeño.  Me siento plenamente parte del Perú y quienes quieran hacerme sentir mal por ello, están muy equivocados y los voy a combatir de palabra y obra.

Y es ahí donde reclamo por la obra Sin Título, por tendenciosa, por roja, por recordar sólo ciertos episodios y evitar enfrentarse a otros debido al tinte ideológico.  Dónde están el Gobierno de Juan Velasco Alvarado y el Primer Gobierno de García en su crónica de las tragedias del Perú?  Lo que los rojizos y los confundidos ideológicos que compusieron esta obra han olvidado es una pieza importante de memoria también.  Es la hora de que los costeños y criollos de Lima rescatemos nuestra memoria también.  Es hora de que reclamemos, pues también hemos sido vulnerados y oprimidos.  La izquierda en el Perú va a tener que asumir su responsabilidad histórica por la DESTRUCCIÓN del aparato productivo peruano.  Por ahora las obras de teatro y de literatura se enfocan en las atrocidades del fujimorismo y la barbarie senderista, pero ya tocará la hora de evaluar las responsabilidades históricas del APRA y los que apoyaron a Velasco. 

Hoy seremos gobernados por la minoría andino-sureña, que votó masivamente por Humala, gracias a una mala formación de la memoria colectiva de la nación peruana, que vilifica los abusos de la derecha en el poder, pero olvida selectivamente los abusos de la izquierda velasquisto-aprista durante los setentas y ochentas.  Es nuestro deber rescatar esa memoria y equilibrarla, para evitar que los incompetentes y los resentidos vuelvan a salir elegidos, como ocurrió este 5 de junio del 2011.  Es hora de revalorizar nuestra cultura costeña y representarla junto con la del resto del Perú en todas sus manifestaciones: el arte, la comida, el deporte, etc., y de formar movimientos políticos que, además de buscar la unión entre todos los peruanos, también reconozcan que el futuro del Perú está en la costa urbana como parte integrante de la nación pluricultural, plurirracial y pluriclimática en que vivimos, porque es en la costa donde radica la mayor parte de la población, donde convergen los ejes unificadores y formadores de la nueva cultura y es donde se gesta la modernidad económica y demográfica de la gran nación que somos y seremos.

sábado, 16 de julio de 2011

Lima sin auto / La Masacre de Accomarca / La Ecuación de la Locura



Lima sin Auto

Ayer caminé desde Larco hasta La Celosa con mi amigo Ronny Kleiman.  Desde que dejé mi Honda en el taller, he aprendido a gustar de la Lima peatonal.  Me di cuenta hace dos días caminando por Lince, buscando la dirección de mi flamante psicoanalista (dejé el auto y estrené loquero, como si fuera un personaje de Woody Allen; pero no es Nueva York, sino Lima la gris y contaminada), pues fui descubriendo cómo es diferente la perspectiva del peatón, la atmósfera de Lima fuera de mis cuatro ruedas, de sus lunas tintadas anti-golpe, los asientos de cuero y la música de fondo y pestillos. Cruzar la Javier Prado a pie, por ejemplo, fue un acto de fe que conllevó riesgos bien reales.  La primera lección fue que soy frágil y que existen seres de metal mucho más veloces, irracionales y fuertes que uno, cuya voluntad debe ser acatada a riesgo de muerte. Al andar por los Pinos y doblar la Dos de Mayo noté cómo las casas en realidad se han diseñado para disfrutarse desde las veredas, y no desde el cómodo asiento de mi Honda, donde soy un extranjero de mi propio barrio.  Segunda lección: la perspectiva lo es todo. 

Qué me está pasando?  Debe ser el efecto Lady Vaga (el nuevo apelativo de Susy Villarán), la que por fin parece dejó la actitud de activista y se empiló.  Ahora hasta la empiezan a querer algunos periodistas.  Hay que dejarla obrar: van sólo siete meses.  No haberse puesto para la foto de las obras que la precedieron fue un tremendo error político, pero no cabe duda que enfrentarse, por fin, a la mafia del transporte público limeño vale todas las misas para Susana.  Con esa actitud desafiante, la primera real que veo en contra de esos abusivos trogloditas que dominan nuestras pistas (espero que luego no se diluya y deshaga tu valentía), Susy, you have me at hello.

La Masacre de Accomarca

Andar por Miraflores con mi amigo tico Ronny Kleiman, además de haber sido una oportunidad de conversar por más de veinte minutos sin interrupciones, fue una experiencia enriquecedora para un adicto a las ruedas que nunca anda por las calles salvo cuando le toca correr por el malecón.  Anduvimos por Larco.  Luego, nos metimos por algunas callecitas y llegamos a 28 de julio.  Íbamos al cumpleaños de un amigo que había cerrado el Bar La Celosa, un magnífico huarique en la calle Recavarren.  De 28 de julio llegamos al Parque Kennedy y cruzamos por la calle de las pizzas y sus restaurantes repletos de turistas confundidos, bricheros y visitantes nocturnos.  Llegamos al bar, donde servían tragos y se había agolpado una multitud de amigos del agasajado: artistas, criaturas nocturnas, parientes, etc.  Hasta ahí, la noche no había dado mayores vuelcos; lo de siempre: blah, blah, blah, la verdad es que en una hora estuvimos fuera del lugar.  No voy a decir que no hubiera gente interesante o que no la pasé bien, pero me estoy recuperando de una bronquitis y un ataque de asma y el ambiente estaba cargado de humo y repleto de respiraciones.  No era mi mejor momento ni el mejor lugar.  Cuándo prohibirán de manera más categórica fumar en lugares públicos?  Es cavernario que tengamos que aguantarle la cochinada a los demás.  Si están socialmente prohibidos los eructos, los pedos, los vómitos y los cagues al paso, por qué tenemos que aguantarle el humo al paso a las personas?  Es inaceptable.  El bar parecía un capítulo de la tercera temporada de Mad Men, con mozos de blanco y demasiada gente fumándole en la cara a los demás sin la más mínima vergüenza.

Si hubiera ido con mi auto, la noche hubiera iniciado y terminado sin esa caminata a través de la bruma limeña y sin aquel regreso, que fueron los momentos que, honestamente, más valieron la pena de toda la velada (y los más limpios para mis pulmones).

El taxista que me llevó de regreso y me cobró 15 soles fue certero y absoluto en su medición del costo, cosa rara en un taxista y más rara aún en un taxista que está recorriendo Miraflores a la media noche en busca de borrachos con la billetera más suelta. Fueron dos carreras, de La Celosa al Hotel Ibis a dejar a Ronny, y luego hasta mi casa en San Isidro.  El taxista estaba escuchando la radio, y se oía que a Telmo Hurtado lo acababan de extraditar a Lima, que había aterrizado directo desde las garras de la Interpol en Estados Unidos a las garras de la justicia peruana.  El taxista se presentó como Gamboa, y me contó que él era de Accomarca.  Até cabos: Accomarca fue el pueblo donde ocurrió la masacre de sesenta y nueve campesinos, donde Telmo Hurtado, “El Carnicero de los Andes”, comandó el asesinato de hombres, mujeres y niños el 14 de agosto de 1985.

Yo me escapé antes, unos 15 días, me fui a Lima, me cuenta Gamboa mientras conduce tranquilo su taxi negro y con asientos de cuero, de una empresa formal de taxis.  Me muestra el fotocheck de su empresa para que lea bien su nombre, como queriendo marcar en mi memoria la veracidad de las cosas que me cuenta.  Se vestían igual los cumpas (senderistas) y los sinchis (ejército), me dice.  No se sabía quién era quién.  Mataron a muchos.  A mi primo de su familia le mataron 17, se quedó el solito.  Se metió al ejército y lo hicieron comandante y se regresó y se metió al monte y uno a uno los fue matando a los cumpas.  Su relato fue corto, lo que duraron los aproximadamente siete minutos que me tocó regresar a mi casa.  Hoy en El Comercio veo una foto bastante antigua de un comandante con lentes oscuros enormes que le cubren un tercio de la cara y un bigote grueso.  “El Carnicero de los Andes”, como lo llaman, es el símbolo de esa época perdida pero bastante reciente, de ese capítulo cerrado que no quisiéramos volver a abrir.   Pero los fundamentos de esa ecuación de la locura continúan ahí, contenidos.  Y hoy se mantiene ahí enquistado en las heridas y alimentado por la incompetencia de las autoridades, la codicia de las empresas, el influjo negativo del narcotráfico y el contrabando y la persistente ignorancia y miseria.  Espero que las heridas no afloren de nuevo.  No obstante, luego de Puno y Huancavelica, me queda claro que las heridas aún no se han cerrado y que los problemas que causaron la barbarie continúan latentes.

La Ecuación de La Locura

Últimamente no leo NADA bueno del gobierno entrante.  Humala se zurró en nombrar a su gabinete.  Y ya estamos tan cansados del under-delivery, que paramos de reclamar.  Hoy se largó a Venezuela a ver al canceroso de su financista y luego va rumbo a México.  Y no pronunció palabra sobre su hermano.  Esa actitud de rehuir del diálogo y no enfrentarse a la verdad, esa falta de liderazgo que está demostrando, va  costarle caro cuando empiecen los verdaderos problemas.  Comandante Humala, presidente, qué pena con el Perú que en la ejecución de sus actos usted haya revelado tanta incompetencia.  No tengo nada claro sobre sus verdadera convicciones ideológicas.  Hasta ahora, me parece que son escuálidas, cambiantes y que se ajustan superficialmente a la audiencia.  Habrá que esperar a los hechos para entender realmente la verdadera contundencia de sus ideas.  Le confieso que prefiero que sean escuálidas sus convicciones, por que si realmente nos espera la ejecución de public policy de la mano de bárbaros como el sr. Jorge Bernedo, de su comisión de transferencia del Ministerio de Trabajo, que declara su mediocridad intelectual criticando los contratos de trabajo temporal como “prebendas empresariales”, estamos fritos.  Ojalá que lo suyo sea, al final del capítulo de los próximos 5 años que nos restan, un Toledismo más mediocre, pero igual de inofensivo.

Ahora, sobre su capacidad de liderazgo, ahí sí estoy preocupado.  No va a durarle la luna de miel un dólar más si no enfrenta los problemas.  La prensa se lo va a comer vivo.  Y ahí querrá meterse con la prensa.  Y no va a poder.  El congreso, el poder judicial y el tribunal constitucional se lo comerán vivo.  Sr. Humala, necesitamos que demuestre capacidad de liderazgo.  Tome el tema de su hermano y desbrócelo, expóngalo y explíquelo.  Tome el problema del gabinete y resuélvalo.  Usted es el presidente del Perú.  Defina a su equipo de La Haya.  Confirme quiénes se quedan y quiénes se van.  Empiece a tomar decisiones!  Es lo que esperamos de usted!

Y otra cosa más, qué es esto de invitar a Irán a la toma de mando?  Es que ha enloquecido?  Lo leí en un editorial de Jaime de Althaus en El Comercio.  No queremos a ningún representante de ningún país no democrático en su cambio de mando.  Uno solo de esos representantes invalida en nuestros ojos sus credenciales democráticas.  Ese falso multilateralismo es inaceptable.  No vamos a permitir que transforme nuestro país, que por fin parece serio a los ojos del mundo, en un fantoche más de aquel concierto de payasos híbridos.  No quiero en Lima de invitado a la toma de mando de MI PAÍS un líder que niega el holocausto y le niega a su pueblo el derecho de vivir libremente.  No! No! No!  Eso es jugar con la ecuación de la locura.  No! No! No!  No queremos a Irán en el cambio de mando!  No queremos hermanitos negociando prebendas en Rusia!  No le permitiremos cambiar la constitución!  No le permitiremos meterse con los medios de prensa!  No le permitiremos doblegar la democracia!  Repito: no queremos a Irán en el cambio de mando y hay una larga lista de cosas que NO le vamos a permitir.  Prepárese a gobernar como esperamos que nos gobierne.  A usted sólo lo eligió un 30% del país.  El resto fue suerte e incompetencia, y un Premio Nóbel y un ex Presidente con ceguera política.  Ha tenido suerte.  A partir de ahora, se le acabaron la suerte y MI paciencia.