No forman el verdadero Perú las agrupaciones de criollos y extranjeros que habitan la faja de tierra situada entre el Pacífico y los Andes; la nación está formada por las muchedumbres de indios diseminadas en la banda oriental de la cordillera
Manuel Gonzáles Prada
Sin Título
El sábado fui con mi hermana y una pareja de amigos al Teatro de Yuyachkani, en la calle Tacna, Magdalena. Cómo me gustaría comprar una casona como aquella y restaurarla. Deben quedar aún muchas en los lugares más insospechados. Si saben de alguna, me avisan.
La obra me encantó, pero me dejó pensando mucho sobre lo equivocada que es la memoria colectiva que algunos sectores de lo peruano están formando. Empecemos por lo que me encantó. En primer lugar, me gustó por el contenido, porque el énfasis en la memoria colectiva de los episodios traumáticos de nuestra historia y su efecto en los menos favorecidos es correcto. En segundo lugar, porque establece la necesidad de que esos capítulos terribles de la historia no sean olvidados. En tercer lugar, porque el tratamiento estético es muy bueno. La escenificación se ha organizado de tal forma que los espectadores ingresamos a una especie de “Museo Instalación”, donde los objetos rodean las paredes como si fueran parte de una exposición sobre el Perú, y donde los actores se trasladan y actúan sobre tabladillos móviles que el público rodea, de pie, como si se tratara de una feria popular.
La obra es una escenificación de episodios de nuestra historia que van desde la Guerra con Chile hasta las esterilizaciones masivas, y en cada episodio aparece un personaje olvidado, desde un soldado indio de la resistencia de Cáceres o una chorrillana convertida en viuda tras la batalla de San Juan de Miraflores hasta una chola vestida de rojo protestando por la pérdida de su fecundidad. También irrumpen personajes que han marcado la historia, como Abimael Guzmán o Vladimiro Montesinos, magníficamente escenificados en sus momentos cumbre. Guzmán da vivas y vítores y baila la danza de Zorba el Griego sobre un tabladillo de vidrio, montado encima de un Cristo que duerme, idéntico a las imágenes de los Cristos en los templos andinos. Montesinos aparece sobre un tabladillo junto con Fujimori en una danza de apuñaladores dedos con los que señalan, amenazantes, a enemigos anónimos de entre el público.
Los momentos más emotivos para mí fueron tres. El primero, fueron los discursos de queja de las víctimas de la Guerra con Chile. De pie, cada personaje le dicta sus desgracias a un notario, quien tipea pacientemente en su máquina de escribir. Cuando le toca a la india y empieza a hablar en quechua, me invadió un sentimiento de culpa. Por qué no hablo quechua, si un tercio de mis compatriotas lo habla como lengua materna? Qué contradicción divisiva, pensé. Es algo que debería cambiar. El segundo fue la rifa del Perú, una escenificación donde bailan un Fujimori en patines, un Nicolás de Bari Hermoza en zancos y el brazo alargado e izado en un permanente saludo militar, un Montesinos de calva brillante (todos los actores llevan máscaras brillantes y moldeadas al estilo de las fiestas populares) y dos tinterillos enanos que podrían ser congresistas, jueces de paz, autoridades regionales, vaya uno a saber. Dentro de ese episodio hay un momento cumbre cuando, con la música de Chino-Chino-Chino, luego Hola Yola y, finalmente, Trampolín a la fama Ferrando, uno de los tinterillos abre un tablero de Monopolio y de él empieza a sacar billetes que se elevan hasta el techo del escenario. No puedo imaginar mejor metáfora del alegre juego corrupto de quienes ejercitan el poder como si actuaran en un circo, trabajando sólo para beneficio propio y, encima, encontrándolo entretenido. El tercer momento fue el de la india y la asháninka vestidas con trajes sobre los cuales estaban descritos con tinta roja todos los detalles sórdidos de las 300,000 esterilizaciones masivas.
Hubieron muchos episodios más, algunos más religiosos, otros más antropológicos, pero fueron los episodios políticos los que más me impresionaron. Las palabras de Salomón Lerner sobre los más de 65,000 muertos durante la violencia de los últimos 25 años me sacudieron el alma. Dos tragedias como la guerra con Chile y la “guerra interna” que sufrimos fueron explicadas por los mismos factores: la pequeñez y egoísmo de nuestros líderes, la disociación entre nuestros pueblos, el aislamiento de los menos favorecidos y la cultura del olvido y el abuso. Si entre 1879 y 1883 fueron los chilenos los que nos masacraron, entre 1980 y el 2000 fuimos nosotros mismos los que nos masacramos.
Negando a Gonzáles Prada
Pero de la obra me queda un sabor bien amargo. No dejo de pensar que igual es una obra tendenciosa y que no le hace bien a la memoria colectiva del Perú resucitar sólo algunos pedazos de su historia y no otros igual de venenosos sólo porque no caben en nuestro caudal ideológico. El énfasis en Montesinos y Fujimori, así como la representación light de Abimael y, por último, las frases de divisivas de González Prada me dejaron pensando en que Sin Título es una obra desfasada y, en el fondo, tendenciosa. Para empezar, la frase de González Prada ya no aplica. Reconozco que parte del problema en el Perú es la falta de reconocimiento de ese otro lado, del Perú indio y del sur, del Perú amazónico. Pero ellos no son el único Perú y no deberíamos tomar a aquel Perú como ejemplo o como guía. García declaró hace poco que en estas elecciones quien había ganado y elegido era Puno. Es cierto, pero fue por la división del centro que finalmente se dio que quienes eligieran fuesen los extremos y los olvidados, y no las mayorías.
Pero, por más que ellos merezcan su lugar en la memoria por las atrocidades y los abusos que han sufrido y por la tremenda deuda que les tenemos como nación por haberlos relegado, el Perú no es Indio ni Asháninka. Y yo no soy un criollo apátrida o un extranjero que puebla la margen occidental de la cordillera y que no es considerado peruano. Hoy el Perú es, más que nunca, un país COSTERO, ya que la mayor parte de su población ahora vive en la costa y en sus ciudades, y ello va en oposición directa a la equivocada y desfasada frase de González Prada. Puedo entender que la hayan empleado para generar un shock en la audiencia del teatro, compuesta en su mayoría por limeños criollos, pero no puedo dejar de pensar que Sin Título, en escena desde el 2009, ha sido un eje que contribuyó a generar líneas de pensamientos como las que encontré en Internet junto con esa misma frase de González Prada, y que sólo generan nostalgia, división y resentimiento. Sí, protejamos a las minorías, pero no nos olvidemos de que el Perú es un país cambiado, con una nueva demografía, y esa demografía no es india, sino chicha. No es serrana, sino costeña. No es rural, sino es urbana, de conos de expansión que se expanden desde los centros de las ciudades. Somos cada vez más una fusión propia entre lo originario y lo occidental. Por eso, basta de frases como la de González Prada, y otras como las que encontré, desfasadas y tendenciosas, dañinas, y que copio:
Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad (…) al socialismo indo-americano -Yo he dicho ya que he llegado al entendimiento y a la valorización justa de lo indígena por la vía del socialismo José Carlos Mariátegui
La cuestión fundamental de la lucha antimperialista en Indoamérica es la cuestión del poder. Son las clases oprimidas por el imperialismo y los terratenientes las que deben apoderarse del poder: las clases medias, los campesinos y la clase obrera. Haya de la Torre
El Perú es un pueblo de indios. El Perú es el Inkario, cuatrocientos años después de la conquista española. Dos tercios de su población pertenecen a las razas regnícolas; siguen hablando los idiomas vernaculares. Para esos cuatro millones de peruanos sigue siendo el Hombre Blanco un usurpador, un opresor, un ente extraño y extravagante. Luis E Valcárcel
Lo andino es el cimiento y la base de la historia peruana. Eso es indiscutible. Posteriormente vienen a extenderse, a agregarse, las otras influencias que vienen con la Conquista. Pero el cimiento es andino y amazónico, no es criollo. Existe un Perú criollo, pero es uno de los elementos. No debe ser el predominante… La sociedad moderna peruana es todavía excluyente. Es criolla a expensas de los otros elementos Eliane Karp
El antiimperialismo / El socialismo andino / El republicanismo político / El latinoamericanismo militante / y El nacionalismo civilizatorio, emancipatorio e integrador. -Critica al Estado Criollo que desde 1821 excluye a la mayoría social de predominante raigambre andina . -El Estado Pluralista y Descentralista implica también la necesidad de realizar un acto de justa reparación histórica frente a nuestros pueblos indígenas y mestizo . Ollanta Humala
Pues a todas aquellas frases yo respondo: sí, el indio compone una parte fundamental de la nacionalidad peruana; sí, la memoria del abuso contra los oprimidos, particularmente la del blanco contra el resto, debe persistir; sí, el Perú ha sido y continúa siendo una nación excluyente.
Pero también respondo: ahí para la mano. No me van a hacer sentir mal por ser parte del Perú criollo. Ser consciente del pasado no implica aceptar el racismo reverso del Etnocacerismo de Adolfo Hitler Humala Papá o de Antauro Humala, asesino y terrorista. No porque reconozca que el Perú ha sido un país dividido voy a reconocer que la torta debe voltear de dirección por un camino igual de dividido y equivocado. El Perú hoy es más limeño que huancavelicano por la sencilla razón de que mucha más gente vive en Lima que en Huancavelica. Y por ello es que no debemos sentirnos avergonzados de ser limeños y criollos y costeños. Yo estoy orgulloso de ser limeño y de ser criollo y de ser costeño. Me siento plenamente parte del Perú y quienes quieran hacerme sentir mal por ello, están muy equivocados y los voy a combatir de palabra y obra.
Y es ahí donde reclamo por la obra Sin Título, por tendenciosa, por roja, por recordar sólo ciertos episodios y evitar enfrentarse a otros debido al tinte ideológico. Dónde están el Gobierno de Juan Velasco Alvarado y el Primer Gobierno de García en su crónica de las tragedias del Perú? Lo que los rojizos y los confundidos ideológicos que compusieron esta obra han olvidado es una pieza importante de memoria también. Es la hora de que los costeños y criollos de Lima rescatemos nuestra memoria también. Es hora de que reclamemos, pues también hemos sido vulnerados y oprimidos. La izquierda en el Perú va a tener que asumir su responsabilidad histórica por la DESTRUCCIÓN del aparato productivo peruano. Por ahora las obras de teatro y de literatura se enfocan en las atrocidades del fujimorismo y la barbarie senderista, pero ya tocará la hora de evaluar las responsabilidades históricas del APRA y los que apoyaron a Velasco.
Hoy seremos gobernados por la minoría andino-sureña, que votó masivamente por Humala, gracias a una mala formación de la memoria colectiva de la nación peruana, que vilifica los abusos de la derecha en el poder, pero olvida selectivamente los abusos de la izquierda velasquisto-aprista durante los setentas y ochentas. Es nuestro deber rescatar esa memoria y equilibrarla, para evitar que los incompetentes y los resentidos vuelvan a salir elegidos, como ocurrió este 5 de junio del 2011. Es hora de revalorizar nuestra cultura costeña y representarla junto con la del resto del Perú en todas sus manifestaciones: el arte, la comida, el deporte, etc., y de formar movimientos políticos que, además de buscar la unión entre todos los peruanos, también reconozcan que el futuro del Perú está en la costa urbana como parte integrante de la nación pluricultural, plurirracial y pluriclimática en que vivimos, porque es en la costa donde radica la mayor parte de la población, donde convergen los ejes unificadores y formadores de la nueva cultura y es donde se gesta la modernidad económica y demográfica de la gran nación que somos y seremos.