miércoles, 11 de enero de 2012



Una nota desde la playa

There are people so poor, that the only thing they have is money

El profesor navegaba a pura brazada y nos pedía que cruzáramos la línea de rompiente en escuadrón.  Para esta experiencia no importaba el deporte marino ni la forma en que atravesáramos las olas.  Podríamos estar nadando o buceando o tripulando un velero.  Lo primario, según él, era encontrarse con uno mismo dentro del agua a las 6:30 de la mañana y aceptar al mundo a partir de la línea de mareas.  "Dentro del agua somos animales de cacería", nos dijo.  "Afuera, gobierna el dinero.  Aquí, se trata de conectar".  -Allá, por encima del acantilado, las prioridades están distorsionadas-, pienso.  


Él es nuestro instructor, pero también es diseñador.  "Mi talento no lo vendo por nada del mundo".  El otro compañero, observa sereno el oleaje y confiesa que está de sabático.  Su vida es levantarse para el mar.  El oficio del último se perdió en mis oídos con el mar picado, pero sospecho que es uno de los míos.  Cuando me preguntan qué hago por la vida, con un quejido confieso que trabajo para el sistema distorsionado.  Soy un brujo de la plata.  Cuando salga del mar y me apriete la toalla al cuerpo, seré uno más de esos cuerpos secos.  Un pobre que lo único que tiene es dinero.  


Pero el jueves próximo, cruzaré de nuevo la línea de mareas y seguiré los pasos del jefe de manada y atravesaré la línea de la rompiente hacia una vasta piscina verde y libre.  Daré la vuelta y sentado sobre el mar observaré el horizonte.  Por unos minutos seré rico, pienso.  Por unos minutos.



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