YOU CAN TURN OFF THE SUN, BUT I´M STILL GONNA SHINE
Son las 4:45 am. Llevo como cuarenta minutos despierto. El día es una manta morada que bordea los perfiles de los edificios. La vegetación del Golf combina el negro de las hojas aún no iluminadas con el brillo fosforescente del grass lavado por la garúa.
Me voy hoy al mar con la sensación de que brillo como ese grass garuado. Qué importa lo que pase hoy o si ayer o el 2011 fueron duros. No necesito del sol para brillar.
En las últimas semanas tuve la suerte de deprimirme estando preparado para ello. Aquel estado tan particular (la depresión) es difícil de controlar si nace como un tsunami interno. Durante la depresión es complicado separarse uno mismo de los sentimientos que tú estás produciendo, y eso puede apagarte el alma.
Pero, esta vez, me agarraron preparado. No fue un tsunami interno, sino una tormenta perfecta exterior, que es más fácil de controlar.
La depresión es un agujero negro en el alma que, si no se trata, chupa todo el tiempo y el espacio de uno y lo aplana en un solo punto. Ese es el problema de estar deprimido: parece la noche infinita del segundo. Cada segundo es el más importante de todos. No hay mañana ni futuro ni un universo por recorrer. La atención está completamente enfocada en un punto: el momento. Todas las posibilidades y caminos desaparecen del horizonte. Y por este desesperado derrumbe visual de nuestro mundo es que somos capaces de darlo todo (hasta la vida) por destruir un instante de dolor.
Por eso es que nos enroscamos en nosotros mismos alrededor de ese agujero negro, de ese punto focal del alma. En nuestro intento por aplacar su succión, pensamos en escándalos y en suicidios desesperados que, desde la perspectiva del minuto, no parecen descabellados. Si no por qué se tiran de los puentes hombres y mujeres como nosotros, nacidos de la misma luz? Están envueltos en un agujero de tinieblas, en su infierno instantáneo.
Pero, como dije, esta vez me agarraron preparado. Nunca estuve mejor, pensé incluso en los peores momentos de aquella negruzca galaxia giratoria. Lo más débil de la depresión es que no tiene ni tiempo ni dimensiones. Por eso, no hay que dar ni un solo paso físico para superarla. Sólo hay que desviar una fracción nuestros ojos del alma, y ya estaremos nuevamente en el ángulo de la luz.
"Puedes chuparme toda el alma que quieras, que adentro tengo almacenadas toneladas".
"Puedes apagarme el sol y las estrellas. Pero mira cómo brillan desde el interior los ojos, los pelos y la piel".
Cuando se sientan deprimidos, soplen duro e inflen sus días. Olvídense del momento. Métanse al mar y sientan sus pies helados y conectados con el vasto infinito. Olvídense de los minutos. No vale la pena. Levántense de la cama e instálense una turbina en la espalda y vuelen sobre su vida. El Birds Eye View del mundo les va a regalar la verdad: que nada podrá destruirles su alma que brilla.
Eso es lo que pienso hoy, antes de saltar de la cama y meterme al mar, antes de ir a trabajar.
Martín

:)
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