domingo, 27 de marzo de 2011

Y mientras China me sonreía, el cáncer y el sida acechaban mi casa

Finalizó mi bloqueo tecnológico, ese que me mantenía alejado de Blogger, YouTube, Facebook (de este último, no enteramente gracias al G3 de mi celular), etc..

E iba a empezar reportando sobre mi viaje a China (antes de que se me olvide el "look-and-feel" de la Ciudad Perdida, o la mueca cachosa que le descubrí a Mao en su foto colgada en la Portada de la Paz Celestial, o el sabor del pato pekinés preparado en Beijing que me almorcé golosamente en el Península).

Pasó la semanita entre museos, largas caminatas, vuelos y muchos taxis, me levanto de la cama, enciendo la TV, exploro los blogs, leo Facebook, reviso los periódicos y pareciera que el mundo se está acabando y que el Perú se adelanta al gran finale y se desbarranca antes de que se inicie el primer tiempo de "rumbo al final del 2012" y se acabe todo el mundo, por lo menos según nos dice Hollywood que dijeron los mayas, esos chuchan-boys de las proyecciones que con su calendario redondo de piedra le acertaron tan bien al futuro que sus grandes ciudades se perdieron entre el barro y las lianas de la selva hace quinientos años, muchísimo antes de aquel famoso 2012.

Fin del Mundo que, de todas formas, según Frank Zappa, tal vez no acabe ni con fuego ni con hielo, sino con algo de nostalgia y mucho papeleo.

Ok, osea que es probable que no sea el fin del mundo, pero bien que se le parece. Sí. Pero, cuándo no ha parecido que era el fin del mundo? Pregúntenle, si no, a Kennedy en el 61 cuando EUA y URSS estaban a punto de agarrarse a misilazos por culpa de la tierra de los mojitos. O pregúntenle a Winston Churchill cuando salía con su casco a observar el bombardeo nocturno de Londres por la Luftwaffe en 1940. Por último, léanse la versión actualizada del Gran Miedo al Año 2000. Tal vez el fin del mundo llegue cuando no parezca que lo es. Osea, cuando nos encontremos relajados en una hermosa y pacífica calma anterior a la tormenta.

Por qué el mundo cambia tan rápido? Se va a la mierda Japón con un terremoto. De la nada. En el Medio Oriente las cosas estaban bastante tranquilitas. Pero la ausencia de evidencia no implica evidencia de ausencia. De pronto, en regímenes con cuarenta años de pedigree, el suelo se desarmó y los presidentes y ministros que ayer lucían encerados y metálicos hoy son de plastilina. En Libia se cae se cae se cae Gadhafi, luego se caen se caen se caen los rebeldes y en un twist of fate de último minuto la fuerza aérea occidental va a al rescate y nuevamente se cae cae cae Gadhafi. Un dominó de cuyo impacto final no sabemos absolutamente nada. Habría que pensar en una versión de "Las Torres" con nombres de políticos árabes.

En Perusalén, mientras tanto, Humala puntea en las encuestas y ya empieza a anunciarse el fin de los tiempos. Es que estábamos soñando? No que PPKuy iba a ser el primer presidente blanco-gringo desde los tiempos de Belaunde? No estábamos embarcados en una imparable senda hacia el progreso, con nuestros menguados detractores resignados a tomar el back-seat y dejar para nosotros, que sabemos lo que es mejor para el Perú, el rol del piloto y co-piloto?

La realidad se esmera en recordarnos que pronosticar el futuro es imposible. Sobre todo, en un país como el nuestro, donde el acto de "pensar" y el de "votar" no tienen correlación alguna. Donde la fragmentación de alternativas es la norma, donde no hay consensos, donde no existe aún, un consenso cultural que vaya más allá de nuestra pasión por la comida (esto es muy poco para comprarnos un futuro común, sólo sirve para sentirnos peruanos cuando comemos un ceviche).

Aún vivimos allí donde el anti-sistema, aunque solapado y adormecido, emerge con cada elección para demostrar su vigencia. Osea, nos podrán haber salido pendejos y barba, pero aún no hemos salido de la adolescencia cultural. En muchos aspectos, nos podremos ver como "adultos", pero estamos en constante peligro de estrellarnos borrachos contra una pared o de embarazar a una prostituta seropositiva.

Llevo tres años en Perú defendiendo a capa y espada que los cambios "estructurales" de nuestro modelo "Chile 2.0 " nos blindaban contra el cáncer y que estábamos bien vacunados contra el sida. Y me despierto hoy por la mañana para descubrir que en mi país adolescente los tumores resisten la quimioterapia y que tenemos una marcada preferencia por exponernos de cuanta manera nos sea posible al contagio de las más feroces enfermedades venéreas.

Las elecciones en el Perú no funcionan de manera predecible. Tampoco funcionan de manera aleatoria. Funcionan con su propia racionalidad viral, como epidemias de ideas que se forman, cuajan y, finalmente, se deshacen. Qué quieren, si no hay partidos políticos ni instituciones políticas. No hay arraigo ni sustancia. Yo, por ejemplo, no sé los nombres de los partidos de casi ninguno de los candidatos. Cada candidato es en sí una burbuja, un tulipán, una pompa de jabón que se infla y se desinfla. Pero este burbujeo feroz sí tiene un fundamento. No en las historias individuales de los candidatos y sus efímeras agrupaciones políticas, sino en las aspiraciones profundas de este país de expectativas fragmentadas. Sí existen visiones, tenemos una idea de adónde querríamos llegar. No obstante, el problema es que no compartimos una visión común. Es más, tenemos visiones encontradas y el arte consiste en unificar esas visiones contradictorias para forjar una alternativa que nos libre del vacío. 40% del Perú es anti-sistema. 20% del Perú es pro-sistema. Hay un 20% que no está seguro de si es pro-sistema, pero que sabe que no es anti-sistema. Y hay un 20% que no tiene idea de nada y seguro votará en función del clima de ese día, de lo que tomó esa mañana de desayuno, de la última frase que escucharon antes de entrar en la cabina de votación.

Y en medio de esa carrera loca y peligrosa, nos enfrascamos en una gesta pro-PPK para las elecciones venideras bajo la ilusión (una vez más, no aprendemos) de que podíamos articular un candidato ferozmente pro-sistema y vendérselo al Perú amplio, de convocar a todas las visiones encontradas. Si ya estuvimos en ese barco muchas veces, y con qué consecuencias! Siempre hemos perdido. Ya pasamos bajo el puente de Bedoya, de Vargas Llosa, de Pérez de Cuéllar, de (dudo profundamente cuando la incluyo en esta lista) Lourdes Flores... Acaso no aprendemos la lección? Para lograr elegir a alguno de aquellos candidatos necesitaríamos otro Perú. Tal vez lo logremos en 10 años. Pero, por el momento, no podemos esperar ajustar al Perú al candidato. Necesitamos un candidato que se ajuste al Perú. We need a Winning Horse!

Los únicos candidatos capaces de cruzar el puente y convencer al 20% de los sistémicos-inseguros y al 20% (de los que no piensan demasiado y votan en función del movimiento de las mariposas) para que se sumen al 20% de los pro-sistémicos son aquellos candidatos con el carisma y el apego popular suficiente como para cruzar la barrera del Perú urbano-limeño-europeo-capitalista y atraer a todos los grupos, incluso de robarle un pedazo de los votantes anti-sistema (los anti-sistema inductibles, aquellos que los pro-sistema podemos "inducir" a votar por el sistema) a los candidatos anti-sistema.

Lo voy a decir una vez y no lo voy a repetir, y de ahí pasaré a otro tema. PPK no es el candidato que va a producir el vuelco de los verdaderos indecisos y de los antisistema inductibles. Osea, PPK tiene aquello que llamamos de "Techo Electoral". Basta ver la encuesta de IPSOS-Apoyo del 20 de marzo y leer las conclusiones. El repunte de Kuczynski en los sectores A y B no se ha reflejado en un crecimiento paralelo donde realmente importa, los sectores C,D y E, y es ahí donde se decidirán las elecciones y donde Humala ha subido como la espuma.

La candidata a prueba de balas es Keiko. Ni sube ni baja. Tiene su 20% sólido y estructural. La sorpresa la comparten Humala y Kukzynski, que le han chupado los votos a Castañeda y a Toledo, a cada uno en sus respectivos sectores dominantes. Y si no apoyamos al candidato de centro que podría ser capaz de recabar los votos tanto de los sectores altos como de los bajos (Toledo), nos arriesgamos a una segunda vuelta entre el Sida y Cáncer, entre Humala y Keiko Sofía.

Pero esto no es el fin del mundo. Es más, estoy contento. Estamos a tiempo. La sorpresa no ha ocurrido unas horas antes de las elecciones, cuando ya no hay nada por hacer. Esto no va a ser una foto de película. Es necesario actuar ahora y cambiar de estrategia y apoyar a Toledo, la única alternativa creíble frente al desastre de una segunda vuelta entre Humala y Fujimori. La solución es obvia. El sector A debe olvidarse de su sueño de opio y optar por el candidato con reales posibilidades de ganarle al anti-sistema.

Por Facebook, cada vez son más las fotos de mis amigos con el PPK multicolor. Ha sido una verdadera revolución pituca, pero no hay nada nuevo bajo el sol. Algo parecido ocurrió el 90 con Vargas Llosa. Una revolución pituca. Simpática, popular entre el 20% de los peruanos, digamos, "modernos". Hasta yo le hablé de PPK con entusiasmo ayer a un banquero argentino mientras tomábamos vodka y cerveza en una calle de Hong Kong bien al espíritu acróstico de PPK, porque se llama LKF (Lan Kwai Fong). Claro, no tenía idea de lo que las encuestas mostrarían hoy por la mañana. Yo también había sido inducido por la campaña mediática de internet a creer que tal vez PPK tendría un chance.

Mi recomendación? El Perú es una empresa muy riesgosa. Cada elección nos toca elegir entre tomar un ascensor hasta la azotea, subir unos peldaños más hasta el piso siguiente o caer al abismo. Ante tanta incertidumbre sobre el futuro que nos puede tocar vivir como peruanos, prefiero elegir subir un peldaño a caer en el abismo. Ya llegará el turno de tomar el ascensor, cuando tengamos la altura mínima y la edad suficiente para subirnos sin la supervisión de adultos. Por el momento, las encuestas me confirman que aún somos un país menor de edad y que nos toca subir de a pasitos por la escalera (con Toledo). Triste, porque me gustaba mucho PPK, el ascensorista. Pero, como el amor, uno se acostumbra a las desilusiones. Ya me desilusioné con Vargas Llosa, con Pérez de Cuéllar, con Lourdes. Una raya más al tigre.



1 comentario:

  1. bien ahi martin aunque esta faceta tuya ya la esgrimías en la UP , recuerdo una entrevista que te hicieron sobre temas económicos allá por el 99 me parece.

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